Autor: flavio
lunes, 30 de mayo de 2005
Sección: Artículos generales
Información publicada por: flavio


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Los Celtas, según Robert Graves

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Los Celtas

Bretaña está situada al norte, pero su clima, aunque muy húmedo, no es tan frío como sería de esperar. Adecuadamente drenado, el país sería muy fructífero. Los habitantes aborígenes, un pueblo de corta estatura, de cabello negro, fueron desposeídos hacia la época de la fundación de Roma, por una invasión de los celtas del sureste. Algunos todavía se conservan independientes en pequeños caseríos de montañas o ciénagas inaccesibles. Los demás se convirtieron en siervos y mezclaron su sangre a la de los conquistadores.

Uso la palabra "celtas" en el sentido más general, para denotar a las muchas naciones que aparecieron en Europa en el transcurso de los últimos siglos, avanzando hacia el oeste desde alguna remota región ubicada al norte de las montañas de la India. Algunas autoridades sostienen que salieron de esa región, no por amor al vagabundeo o por presión de tribus más fuertes sobre sus fronteras, sino por
una lenta catástrofe natural a gran escala, por la desecación gradual de inmensas extensiones de tierras fértiles que hasta entonces los mantuvieron.

Entre esos celtas, si se quiere que la palabra tenga alguna significación verdadera, debo incluir no sólo a la mayoría de los habitantes de Francia -pero los aquitanos son aborígenes ibéricos- y a las muchas naciones de Germania y los Balcanes, sino también a los griegos aqueos, que se establecieron durante un tiempo en el valle del Danubio superior antes de dirigirse rumbo al sur, hacia Grecia. Sí, los griegos son relativamente recién llegados a Grecia. Desplazaron a los pelasgos nativos, que derivaron su cultura de Creta, y trajeron nuevos dioses consigo, siendo Apolo el principal de ellos. Esto sucedió no mucho antes de la guerra de Troya. Los griegos dorios llegaron más tarde aún: ochenta años después de la guerra de Troya.

Otros celtas de la misma raza invadieron Francia e Italia más o menos por la misma época, y el idioma latino deriva de su habla. También entonces se produjo la primera invasión céltica de Bretaña. Estos celtas, cuyo lenguaje es afin al latín primitivo, eran llamados goidelos; eran una raza de elevada estatura, cabellos claros, miembros largos, jactanciosa, excitable pero noble, dotada en todas las artes, incluso en el trabajo del metal, los tejidos, la música y la poesía. Todavía sobreviven, en Bretaña del norte, en el mismo estado de civilización que los versos de Homero inmortalizaron para los griegos, ahora tan cambiados.




Cuatrocientos o quinientos años después apareció otra na-
ción céltica en Europa septentrional: las tribus que llamamos gálatas. Invadieron Macedonia después de la muerte de Alejandro, y cruzaron hacia el Asia Menor, ocupando la región que ahora se llama Galacia. También entraron en la Italia del Norte, donde quebraron el poder de los etruscos, y llegaron hasta Roma, donde nos derrotaron en Alia e incendiaron nuestra ciudad. Esta misma nación ocupó la mayor parte de Francia, si bien sus predecesores se mantuvieron en el centro, el noroeste y el sureste. Estos gálatas eran también un pueblo dotado. Si bien inferiores en artes a los celtas primitivos, están más unidos en espíritu y son mejores combatientes. Son de mediana estatura, cabellos castaños o negros, barbilla redondeada y nariz recta.

Por la época del desastre de Alia algunas tribus de esta nación invadieron Bretaña por la vía de Kent, el distrito sureste de la isla, y obligaron a los goidelos a abrirse en abanico ante ellos, de modo que ahora sólo se los encuentra -a no ser como siervos- en el norte de Bretaña y en la isla vecina de Irlanda. Los gálatas que invadieron Bretaña fueron conocidos con el nombre de britanos, u hombres pintados, porque usaban marcas de casta, de tinte azul, en su cara y cuerpo, y han dado su nombre a toda la isla.

Pero doscientos años más tarde llegó una tercera raza de celtas que avanzaron por el Rin, desde la Europa central. Eran el pueblo al que llamamos belgas, los mismos que ahora están establecidos a lo largo de la costa del Canal y a los que se conoce como los mejores combatientes de Francia. Son una raza mixta, afin a los gálatas, pero con sangre germana en sus venas. Tienen cabellos claros, barbilla grande y nariz aguileña. Invadieron Bretaña por Kent y se establecieron en toda la parte sur de la isla, con la excepción del extremo suroeste, que todavía estaba ocupado por los britones y sus siervos goidelos.

Los belgas se mantuvieron en estrecho contacto con sus compatriotas del otro lado del Canal (uno de sus reyes gobernó los territorios situados a ambos lados de las aguas), comerciaron con ellos constantemente e incluso les enviaron ayuda armada en sus guerras contra Julio César, lo mismo que en el suroeste los britones comerciaban con sus compatriotas, los gálatas del Loira, y les enviaban ayuda.

Fuentes




Entre los escritores clásicos en los cuales me he basa-
do para la composición de Claudio el Dios se encuentran Tácito, Dion Casio, Suetonio, Plinio, Varrón, Valerio Máximo, Orosio,Frontino, Estrabón, César, Columela, Plutarco, Josefo, Diodoro Sículo, Focio, Xifilino, Zonaras, Séneca, Petronio, Juvenal, Filón, Celso, los autores de Los hechos de los apóstoles y de los evangelios apocrifos de Nicodemo y Santiago, y el propio Claudio, en sus cartas y discursos que han llegado hasta nuestros días. Muy pocos incidentes se dan aquí que no tengan un respaldo total de
algún tipo de autoridad histórica, y espero que ninguno de ellos sea históricamente increíble- No se ha inventado personaje alguno.

Además, para una visión plausible del druidismo
británico, he tenido que complementar las pocas noticías clasícas que existen al respecto con datos tomados de obras arqueológicas, de la antigua literatura celta y de relatos de la moderna cultura megalítica de las Nuevas Hébridas, donde los dólmenes y los menhires todavía se utilizan para las ceremonias.


Robert Graves,
Claudio el Dios y su esposa Mesalina, cap. XVI.




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